lunes, 10 de marzo de 2014

Histeria de los Juguetes Sexuales


Si bien hay datos arqueológicos de muy vieja data, acerca del uso de objetos con forma fálica destinados al placer, fue recién en la época victoriana, en el SXIX que se comienza a utilizar estos objetos con fines terapéuticos. Durante ésta época estalla una nueva epidemia conocida como Histeria. Los síntomas de esta enfermedad incluían: insomnio, retención de líquidos, pesadez abdominal, irritabilidad, fuertes dolores de cabeza entre otros y el tratamiento consistía en que el médico acariciara manualmente a la paciente hasta que alcanzara el orgasmo, pero como esto aliviaba el síntoma pero no curaba la paciente tenía que acudir frecuentemente al médico en busca del tratamiento. La época de la Reina Victoria marcó un momento muy importante en lo que se refiere a la sexualidad femenina. En aquellos tiempos la sexualidad estaba únicamente destinada a fines reproductivos dentro del matrimonio, todo lo que fuera externo a esta norma era repudiado y considerado obsceno.


En 1880 un médico británico inventa el primer vibrador con baterías. A finales del SXIX los “tratamientos” con vibradores eran uno de los servicios más populares ofrecidos en spas de lujo en Europa y Estados Unidos. Con la invención de la electricidad en 1902 se crea el primer vibrador eléctrico para venta comercial y se convierte en el quinto aparato doméstico en ser electrificado, antes de la plancha y la aspiradora. Los vibradores se vendían en catálogos de electrodomésticos como accesorios para masajes antiestrés de uso casero.


Si bien fue una época de contradicciones en torno a la sexualidad femenina, esta forma libre de comercializar estos aparatos eróticos marcaba un avance para la apertura femenina al placer, sin bien se vendían disfrazados como instrumentos terapéuticos, pero desafortunadamente la imagen y reputación de los vibradores cambió cuando a mediados del SXX la AAP (Asociación Americana de Psiquiatría) declaró que la histeria femenina no era una enfermedad legítima y por otro lado, se hicieron populares el uso de objetos eróticos en pelìculas pornográficas.  
 
Cuando salió a la luz que el tratamiento para la histeria femenina era básicamente una sesión de masturbación (ya que la enfermedad no existía), y el cine porno demostró los hechos en pantalla grande, la gente empezó a ver a los vibradores como objetos de perversión sexual.
Esto causó que los vibradores desaparecieran de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares donde se habían vendido por casi medio siglo.


A mediados de la década de 1970 una sexóloga americana empezó a utilizar vibradores en sus talleres de salud sexual femenina y después de varios años los aparatos fueron reapareciendo en los estantes de tiendas fuera de los sex shops.


Hoy en día si bien persisten los mitos tales como que el uso de vibradores son para las profesionales del sexo o que se utilizan cuando hay problemas en el terreno sexual, es generalmente aceptado que el uso de los vibradores no causan ningún efecto sexual negativo y que se pueden disfrutar en pareja como parte de una relación sexual sana, o también como complemento para el autoconocimiento en el terreno seuxal.

Afortunadamente cada vez está más difundida la idea del uso de vibradores como complemento de satisfacción sexual para romper la monotonía y la rutina para poder descubrir diversas formas para el placer y el entretenimiento. Hemos tenido que pasar de la patología a lo porno para poder comenzar a normalizar su uso y con ello la sexulidad en general.

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